39 ~Vipassana parte 8: El camino espiritual y el encuentro con "uno mismo".
- Ayelen Vittori
- 4 jul
- 12 Min. de lectura
Actualizado: hace 2 días

-Ir hacia adentro, comprendido...¿COMO?- preguntaba una voz adentro mio con el anotador y la lapicera en la mano, como si la respuesta de “ir hacia adentro” fuera menos dificultosa. Claro que no lo es, solo es el paso 2. Porque claramente, tampoco era cuestión de “ir hacia adentro” repitiendo el mismo patrón, pretendiendo que las cuestiones espirituales puedan llenar el lugar vacante que dejaron las cuestiones “materiales” del camino del Ego. No es un canje, más bien es un cambio de comprensión lógica, dirección y método.
Los días pasaban y con ellos adquiríamos más conciencia y las prácticas mejoraban. De la mano a eso aumentaban las exigencias y la disciplina que se nos requería, pero estaba bien, ya a esta altura amábamos al maestro.
Habíamos empezado a meditar en las celdas, unos cuartos muy pequeños ubicados en el subsuelo de un edificio enorme con forma de cúpula. Era un pasillo largo, circular, todo pintado de blanco con muchísimos de esos pequeños cubículos a ambos lados del corredor. Consistía en una meditación privada, alejada de todo el grupo, sin los ruidos y eructos masivos indios que retumbaban en todo el salón. Ahora, se ponía en juego la disciplina propia— como si antes no.
—“Now, meditation in cells”... (?)
Me llevó un día comprender que las “cells” eran esos cuartos de ese edificio al que nunca entrábamos. Y no es que lo haya comprendido sola, sino que la voluntaria me direccionó ahí cuando veía que me iba caminando hacía mi cuarto sin comprender la consigna.
A veces las meditaciones eran hermosas dentro de esa burbuja, a veces era un momento forzado para rendirte y quedarte dormido entre tu propia manta.
Para entonces, ya comprendíamos los tiempos que la mente requiere y la rueda de craving de la cual estábamos intentando salir. Ese circuito de deseos interminables, feroces y sutiles pero que paradójicamente se nos presentan diariamente como imperceptibles. Empezábamos a comprender también la paciencia que necesitábamos: paciencia para el camino y para nosotros mismos en ese camino, porque sucediera lo que sucediera estábamos haciéndolo lo mejor posible y ese era nuestro logro personal.
«Encontrarme conmigo misma» le repetía a mi psicóloga reiteradamente. Ninguna de las dos sabía bien qué quería decir eso…
El encuentro “con uno mismo” no es el encuentro con el Ego—o quizás sí, pero solo para desarmarlo—. Entonces, ¿qué es lo que queda cuando el Ego no está al mando?
¿Quiénes somos cuando logramos correr la máscara por un rato?
Como veníamos pensando antes, si nos ubicamos del lado del Ego estamos parados en la lógica de separación, de sentir que hay una falta y que esa falta debemos llenarla con algo.
¿Con qué?
Para cada persona será distinto, y probablemente habrá tantas maneras como personas en la faz de la tierra. Pero las cuestiones de fondo son similares, pues responden a la misma lógica.
¿Cuál lógica?
La de intentar de alguna manera tapar esa gran falta que sentimos, y que casi instantáneamente se convierte en frustración. El problema con el camino del Ego, es que como vimos, en ese recorrido del agujero incolmable no hay paz posible. Es un camino sin fin. Y si la noción de falta es algo estructural para todxs, por ese lado no hay solución posible. Entonces si buscamos paz o encontrar quien somos por detrás de la máscara debemos ir más allá de ese loop.
¿Cómo?
Trascendiéndolo. Empezando a percibir que la completud existe, y que esa completud INCLUYE el agujero, la falta.
Y ahí tenemos dos cosas nuevas: un agujero, pero también un Todo.
Vacío pero a la vez completud. Complejo de entender, sí, pero maravilloso.
Ir más allá del craving infinito, de la rueda de deseos insaciables, de la escalera sin fin nos permite encontrar otro lugar posible, uno donde SÍ estamos completos. Un lugar donde la falta ocupa un espacio, como un elemento positivo que permite el movimiento y no como una carencia.

La realidad es perfecta y completa así como es, y fundamentalmente, es la única que hay. Entonces debemos empezar a entenderla como realmente es, para poder empezar a vislumbrar qué hacer con ella.
Ese es el verdadero encuentro con lo real, con lo que no es Ego. La realidad tal como es, sin identificaciones que nos soporten, sin apego y sin aversión. Sin las construcciones fantasmáticas que edificamos para encarar la vida. Sin los roles y sin los andamios adaptativos que hemos tenido que construir para poder sobrevivir. El estado más puro. El encuentro con lo que perdimos y con lo que olvidamos que éramos. Ese otro camino.
Un volver. Un reencuentro. Una integración de lo que siempre fuimos antes de que la ilusión nos corrompa.
“Habitamos los dos caminos a la vez, tenemos un pie en uno y un pie en el otro. Uno es el camino del Ego. El otro es el de la liberación, la verdad suprema. No es posible erradicar el Ego por completo en esta vida a menos que alcancemos la liberación, pero lo que sí es posible es estar lo más advertidos de él y de su funcionamiento. De cuál de los dos caminos estamos transitando en cada momento y de cuáles son los objetivos que buscamos alcanzar por medio cada uno. Para eso debemos estar bien, bien alertas. Ejercitar y practicar la consciencia, porque el ego se escabulle por la más mínima rendija en cada una de nuestras acciones cotidianas. Arrancamos con un propósito y rápidamente nos desviamos del camino y buscamos los aplausos, los logros y el reconocimiento. Entonces se hace crucial PARAR. Preguntarnos todas las veces que sean necesarias, que probablemente no sean una cuestión de cantidades sino una manera de elegir caminar– dijo Kaare entre frases, en algunas de todas las sesiones que compartíamos.
Con un pie transitamos este mundo. Necesitamos un lenguaje común e identificaciones que nos faciliten el paso por la realidad y la comunicación con los otros. ( ¿Las necesitamos tanto como pensamos ?¿Cuál es el costo que pagamos por eso? ). Con el otro pie, en el mejor de los casos—ojalá — ya nos hemos desilusionado. Ya nos hemos dado cuenta que la felicidad que buscamos no está realmente en ese mundo cíclico de logros, resultados y recompensas. Que debemos ir por otro lado, —o quizás más profundo: más allá de él—. Que debemos revisar nuestras creencias. Abrir otra puerta. Atravesar la máscara. Ambos caminos se entrelazan y coexisten, como las distintas partes de nosotros mismos. Me gusta pensar en la noción de integración. También de equilibrio.
Creo que al final todo casi siempre se trata de ejercer más nuestra capacidad de consciencia sobre la realidad y sobre nosotros mismos. Y por supuesto, no olvidarnos de hacerlo con la mayor amabilidad que podamos, diariamente, en este camino de eterno aprendizaje.

-Ir hacia adentro, comprendido...¿COMO?- preguntaba una voz adentro mio con el anotador y la lapicera en la mano, como si la respuesta de “ir hacia adentro” fuera menos dificultosa. Claro que no lo es, solo es el paso 2.
Porque claramente, tampoco era cuestión de “ir hacia adentro” repitiendo el mismo patrón, pretendiendo que las cuestiones espirituales puedan llenar el lugar vacante que dejaron las cuestiones “materiales” del camino del Ego. No es un canje, más bien es un cambio de comprensión lógica, dirección y método. Claro que debemos pasar también por eso y experimentarlo por nosotros mismos, como todo. En India el conocimiento espiritual es tan amplio, tan hermoso y tan tentador que fácilmente sin darnos cuenta volvemos a repetir el mismo patrón pero ahora en el terreno espiritual. Queremos asistir a todas las clases, participar de todas las experiencias, conocer todas las teorías, practicar todas las meditaciones, encontrar a los mejores Gurús, etc, etc, etc.
Creeme que en India, darte cuenta del consumismo espiritual mínimamente es el paso 3, 4 y 5.
Todo es parte de la experiencia, de prueba y error, -así se construye el aprendizaje- pero yendo un paso más, también debemos comprender cómo salirnos de ese funcionamiento de “consumo”, logros a cumplir y cosas que tomar.
¿Cómo?
Rompiendo el patrón:
Parando. Algo que no nos enseñaron demasiado, algo que va en contra de este sistema productivo y algo que casi no practicamos. Y luego, desde la quietud de la pausa, poder habilitar nuevas preguntas: ¿Hacia dónde corro? ¿Qué es lo que quiero alcanzar? ¿De dónde viene esa necesidad? ¿Qué persigo con todo eso?
Porque si entendemos que ya no hay nada que llenar, y entonces nada que perseguir porque en realidad nada falta, ya no hay ningún lugar al cual imperiosamente llegar. Y eso es profundamente liberador. Tranquilamente podría traducirse en Paz.
“Cuando sabes que eres libre,
libre del “yo”, libre de lo “mío”.
Cuando en tu corazón sabes que no hay más nada a donde llegar,
estás muy quieto,
como si hubieras terminado”
Astvakar Guita
Ojo, que no es sentarnos a esperar la muerte de una forma fatalista sintiendo que ya todo está hecho, sino un estado de regocijo y contentamiento para desde ahí, desde esa completud actuar de una manera distinta. Desde la paz y no desde la carencia.
Ya podemos dejar de correr.

En cada charla nocturna nos llevábamos nuevos descubrimientos, como cuentas de perlas que iban conformando un nuevo collar personal. Si, todavía se podía ir un poco más allá.
En una primera instancia habíamos comprendido que confundimos la naturaleza de la realidad tratándola como algo permanente cuando en realidad no lo es. Luego vislumbramos que también equivocamos el camino hacia la felicidad, que la paz que anhelamos no se ubica en el camino de los logros a alcanzar- ni materiales ni espirituales- porque esa lógica nos lleva a una rueda de condena sin fin. Ahora, la nueva perla del collar era que en realidad no había nada que llenar: todo lo que buscábamos ya estaba dentro de nosotros: estamos completos desde siempre. Entonces el camino más bien será reconciliarnos con esa verdad y con nuestra naturaleza, perfecta, completa y suficiente. Así como es, hoy aquí y ahora, porque ese es el único lugar donde podemos ser felices. No en el pasado, no en el futuro. Solamente aquí y ahora.
No hay nada que sanar porque no estamos enfermos, solo hay que pulir el cristal que somos, limpiarlo y sacarle brillo nuevamente, para poder empezar a mirar a través de él. Cuando el polvo desaparece la realidad toma otro color. Probablemente empieza a brillar por sí misma y sorpresivamente podremos empezar a contentarnos con eso.
El desafío no estaba solo en cambiar de objetos sino en cambiar la mirada. Si ya estamos completos podemos deshacernos de esa prisa y ansiedad aplastante que nos carcome la mente. Podemos manejar otros tiempos, pensar desde otros lugares, y si le doy tantas vueltas a este asunto, es porque en la teoría suena genial, pero en la práctica desapegarnos y parar es algo que casi no está en nuestro sistema.
Parar probablemente ya sea un desafío por sí solo.
El camino espiritual.
Que vivimos en un mundo esencialmente mutable y cambiante aplica a todo. Entonces también a nuestros caminos y búsquedas espirituales.
Qué el concepto de camino espiritual suene más amable y altruista no lo hace una entidad más acabada ni estática ni lineal. Lo mismo para la meditación, el Yoga y las distintas pŕacticas. Todo pasa por cambios, altibajos y movimientos cíclicos necesarios, y cuando entendemos esto todo se apacigua.
Las prácticas no son fines en sí mismo, no son logros a alcanzar sino medios para conectar con esa armonía que estamos buscando. Con nosotros mismos y con conocimientos, frecuencias o ese “algo” más allá de nosotros.
¿ Nuestras propias verdades? ¿ Lo divino? ¿Un poco de ambas?
Las prácticas sirven para limpiar. Luego tendremos que empezará a construir nuestra mirada.
Son anclas que nos devuelven al camino, que luego, se transforman en formas de vivir.
El camino espiritual— como cualquier camino y como la vida misma— no es un camino lineal, ni funciona por acumulación de saberes. Menos que menos por llenar huecos.
Se parece más a caminar un poco, desviarte, caer, confiar, volver, entender, conectar, encontrar, confundirte nuevamente, darte cuenta de lo equivocadx que estabas, frustrarte, enojarte por eso, luego enojarte por estar enojado y después de un tiempo, darte cuenta que estás de nuevo perdidx...Probablemente rendirte, tomar distancia, soltar, hacer espacio nuevamente, hallar nuevas verdades, ver con luz nueva lo viejo, reajustar y seguir intentando, con los ojos un poco más abiertos, con otro entendimiento y desarrollando resiliencia.
El verdadero aprendizaje— quizás el más importante— será empezar a entender esta mutabilidad, que es lo más propio de cualquier camino y más aún, es lo que nos va a acompañar siempre, de por vida, en toda nuestra vida.

—Entonces las subidas y bajadas son parte del sendero.— dijo una voz aguda, como de niñx, en medio de un insight repentino.— No son errores a modificar ni obstáculos a allanar, sino que son lo más propio de un camino largo que nos lleva a la cima… —continúo la misma voz mientras miraba al horizonte y asentía con la cabeza.
—Es la forma en que se genera el aprendizaje— Contestó otra voz más grave y serena.—Entonces deberíamos normalizar los desvíos, los retornos, los momentos de parar, de permanecer expectante, los instantes de escuchar y de reconsiderar el movimiento. Aceptar el camino como sea que viene siendo y encontrar la paz en ese camino con desniveles.— Retruco la voz más pequeña.
—Cuando esos desniveles son reconocidos dejan de ser defectos e imperfecciones para empezar a formar parte del camino, naturalmente.— Dijo la voz más vieja, que probablemente venía de lo profundo de la tierra o de algún árbol.— Eso es la impermanencia, eso es la ecuanimidad y también la aceptación. No son conceptos teóricos, son la vida misma. —Entonces, deberíamos caminar con más contentamiento, ¿no?. Caminar solo por el placer que da cada paso efectuado con consciencia, pisando fuerte, incluso en el medio de un charco, incluso en tierra firme, incluso ahí donde no vemos bien porque hay demasiada oscuridad… Contentarnos no por los resultados en sí mismos, sino por la textura que el sendero transitado va impregnando en la suela de nuestros zapatos. Por cada segundo de vida que entra por nuestros pulmones, en cada minuto de nuestra sublime existencia. Tomá una inhalación profunda, retené, y exhalá como si tuvieras algo asombroso enfrente. Lo tienes: es la vida.
-Vivir con desapego — dijo la voz reflexiva— ¿No te sentís más libre?
La voz de niñx al fin respiró.
"Solo tienes derecho a la acción,
pero no a los frutos de ella.
Que no te muevan los resultados de tus actos,
ni tampoco caigas en la inacción” Bhagavad Gītā

Todavía nos quedan resabios del viejo paradigma.
Estabilidad, seguridad, sustento.
Todas las cosas que instalaron en nuestra mente como logros que debemos alcanzar en algún momento. Y no en cualquier momento, sino en el momento en que deberíamos convertirnos en seres adultos serios y responsables.
Y toda esa cadena de palabras quedó asociada para siempre en nuestra memoria RAM. Así, incuestionable, incisiva, profunda, exigente:
Estabilidad, seguridad, sustento. Adultos serios y responsables.
Y esas asociaciones quedaron así juntitas en nuestra mente para siempre, arrastrándose, hostigándonos, empujaándonos al éxito, o al vacío si no lo lográramos.
Como una máquina, insensible y letal.
Pero RAM en India también es una palabra para referirse a Dios. Entonces, quizás ahí, en ese espacio, las cosas puedan aún transmutarse.
—Eso fue lo que arruinó nuestro camino exploratorio, nuestra paz mental, toda la armonía. Esa fue la sentencia que tuvimos que pagar para la “normalidad" — dijo la voz anciana, negando con la cabeza de un lado al otro, como si eso pudiera deshacer el hechizo.
—¿Cómo pudieron creerlo? La vida no es lineal… no es posible. ¿Cómo pudieron dejarse convencer y emprender una lucha eterna contra la naturaleza de la realidad? —Cuando las cosas se arrastran por demasiado demasiado tiempo, las costumbres lo normalizan todo tanto que ya nadie las cuestiona. Mágicamente aparecen como naturales, como la única realidad posible, y crean su propio mundillo— más bien su MUNDO con mayúsculas— y como ves, es terriblemente peligroso... Una gran ilusión puede estar disfrazada de la verdad más incuestionable para los miles de habitantes de ese mundo, y eso no solo es terrible, es enormemente desolador. La vida no es lineal, ni uniforme ni estable.
Los caminos largos raramente son lineales, uniformes y estables.
La búsqueda espiritual no es la excepción. Nada lo es.
Creer que la vida, el camino, la espiritualidad, la paz, el dharma, la conexión o la armonía que buscamos es un sendero estable o que tenemos que conquistar algún tipo de estado ideal no es lo natural, sino sólo mandatos de algún mundillo reducido. Esa puede ser una gran frustración y sin duda una gran desilusión— más—, tan necesaria de transitar y deconstruir, porque nada más alejado de eso.
—¡Debemos elaborar una mirada que se ajuste más a la realidad!— dijo la voz pequeña, indignada pero con ánimos idealistas.
— Si, claro que debemos.

Tenemos la ilusión o expectativa de que meditar es un estado que se alcanza y se conserva siempre sublime, impoluto e inmaculado sin dificultades. Creemos que hacer Yoga es solo colocarse en la esterilla. Que es siempre inspiración, ser disciplinado o que debería ser siempre placentero. Que va a darnos la energía justa y las vibraciones que necesitamos bajo cualquier circunstancia. Que siempre podemos conectar con los rituales, con la energía, con los dioses y con todo. Que cada vez que empecemos nuestra práctica nuestra mente va a estar siempre tranquila, en paz y positiva…
“Siempre”. Qué palabra compleja.
¡¡¡¡Y nooooo!!!¡¡¡Una vez más: no!!! ¡¡¡La vidaaa!!!Mutable, cambiante, irregular.
¡¡¡¡Soltemos ya todo eso!!!!
¡¡¡¡Liberémonos!!!!
Aunque todavía sea arduo de digerir: Nada escapa
a
la Ley Universal de impermanencia. Todo es cambiante, sensible y en movimiento. Y una vez más, lo único único constante es el cambio.

Comments