Superpoderes
- AV
- 24 ago 2024
- 12 Min. de lectura
Actualizado: 4 mar

Me encantan los misterios del Universo, me dan energía. A veces eso que tanto buscamos llega cuando dejamos de buscarlo. Cuando solo nos resignamos porque nos cansamos, nos enojamos y nos damos el permiso de patear el tablero y mandarlo todo a la mierda. Y ahí agotados, dejamos de intentar, nos liberamos, nos damos el tiempo para hacer eso que sin darnos cuenta nos gustaba,eso que nos salía natural. Nuestra vía de escape. Eso que estuvo ahí siempre, eso que estuvo tanto que de tan obvio nunca pudimos ni siquiera registrarlo como un don, como un superpoder, pero al final lo era. Eso que nunca pensamos como productivo, porque nunca lo fue. Solo estaba a nuestro servicio siendo nosotros mismos. De todo lo que somos, lo más puro.
Ayer hubo un tormenta muy fuerte en el pueblo de Dharamkot y se cortó la luz en toda la montaña. No había ni luz, ni electricidad, ni wifi en ningún lugar.
-¡¿No hay wifi?! – preguntábamos todos como si se hubiera acabado el aire en el planeta tierra.
-No- contestó el dueño del café riéndose -ahora van a tener que hablar entre ustedes.
La mitad del pueblo empezó a entrar en caos por unos minutos. Luego del panic attack, fue uno de los días más pacíficos de todos. Había otro mood en el aire, se respiraba otro correr del tiempo, más lento, como un domingo a las 8 de la mañana…
Yo había tenido una semana muy creativa y estaba con intenciones de seguir trabajando en mi libro entonces me fui a un café con vista a las montañas, pero ni mi celular ni mi laptop tenían batería. Un poco frustrada, solo pedí un chai, me senté a ver las montañas y comencé a escribir en una servilleta.
Estaba haciendo un curso creativo que hablaba de encontrar nuestros Superpoderes.
El día anterior había estado hablando con Franco, un argentino que hacía poco había llegado al pueblo y a India en general. Él estaba un poco atareado -como todos cuando llegamos acá- cuestionándose sobre las distintas tradiciones filosóficas, las diferentes prácticas, las distintas vías de cómo alcanzar la iluminación y el choque cultural que produce estar acá.
Todo eso al mismo tiempo, porque India es así, golpea fuerte.
-Me despierto a las 5 am. para meditar porque dicen que es el momento adecuado y luego hago unas respiraciones como me enseñaron en mi curso de Tantra. Pero después voy a una clase de Yoga y me dicen algo distinto. Cada maestro tiene sus propias técnicas. Que budismo, que hinduismo, que Tantra, que Yoga, que Buda, que Shiva... Por momentos me es un montón y siento que debo elegir un camino, pero no sé cuál.
Y después de todo eso, en lugar de empezar el día en paz, meditando tranquilo, me levanto de mal humor, cargado de una lista de prácticas que debería seguir.
Me siento abrumado y en vez de centrarme siento que tiene el efecto contrario, se transforma en una exigencia. Al final, en vez de relajarme y meditar, comienzo el día estresado y no se ni por donde empezar ni como acomodarme a todo eso.
Típico…bienvenido a India. ¿Quién no pasó por eso? La tierra de los mil dioses y la infinitud de posibilidades, donde hay espacio para todo.
Franco estaba interesado en cómo alcanzar la iluminación.
Después de una charla larga me recordó a mi misma cuando recién había llegado a India, desesperada como él, buscando entender cuál era el camino y cuál era el mejor .
En mi caso no estaba tan enfocada en cómo alcanzar la iluminación, me conformaba con un poco de paz y acallar mi mente que me torturaba desde hacía mucho, pero la idea de la iluminación es más tentadora para todos.
Me vi a mí misma tiempo atrás, sentada con cara de inocencia entre algunas vacas en frente del Ganga, hablando con un monje con túnica naranja.
Él me hablaba de saltar, de "rendición", de olvidar los placeres mundanos. Del ejercicio de desapego y de la entrega al camino de los dioses. Yo recién llegada y reafirmando muchas cosas que ya sentía, me imagine por un momento dejándolo todo y dedicándome a la búsqueda de la verdad y la iluminación, porque así se nos aparecen las respuestas al principio: extremas. Recuerdo que casi en un estado de shock interior, lo único que pensé fue en mi madre y en su cara mientras le comunicaba la decisión de volverme monje y dedicarme a la espiritualidad. Lo había tomado en serio -quizás algo exagerado- y me había abrumado, al igual que a Franco.
Después de un año en India y transitar varios procesos, ya estaba en otro lugar- y como a veces sucede- no me di cuenta de eso hasta que hablé con Franco.
En mi interior había comprendido que quizás las cosas no son tan drásticas y que no todos tenemos los mismos caminos, aprendizajes ni desafíos- por lo menos esa había sido la conclusión que yo me había construido para mi misma-, y que probablemente, lo interesante es descubrir que forma toma el camino en la vida de uno.
–¿De verdad quisieras alcanzar la iluminación? ¿De verdad te gustaría convertirte en Buda o vivir como un monje? Yo creo que ya no me siento en esa búsqueda.- le dije. Hablábamos de eso como si fuera una posibilidad y conversación cotidiana, como si estuviéramos preguntándonos si quisiéramos o no tener hijos, o comprar un auto... Quizás en nuestra situación actual la pregunta por la iluminación aún nos era más sencilla.
–Cuando llegue a India también me preguntaba cómo alcanzar la felicidad y la paz verdadera, y en ese momento en mi mente eso se parecía algo así como renunciar a todo y vivir una vida de completo desapego y austeridad. Ahora lo pienso distinto...Creo que la paz o la felicidad puede tener distintas formas según cada camino y descubrí que en el mío eso era estar en calma conmigo misma y con la vida que elegía. Implícitamente tuvo que ver con la valentía para poder elegir esa vida, que no es la más adecuada ni la mejor, pero es la que elijo hoy y solo eso me basta.
Hace 7 años que vivo afuera de "casa" y hoy al fin pude encontrar mi paz en el movimiento. Cada día miro estos mismos pinos y agradezco por estar acá, en armonía con las decisiones que tome para llegar adónde estoy ahora, que no es un "lugar físico" ni un país sino una posición interna. Siento que lo que anhelé por tanto tiempo se parece mucho a la sensación de paz que estoy sintiendo ahora y cuando lo percibo, eso es más que suficiente.
¿Será que así se siente la felicidad?-me pregunté.
–¿Entonces encontraste la felicidad en el Yoga, en lo que haces acá? – Encontré Paz… no sé si paz y felicidad son lo mismo. - Todavía me lo quedé pensando- ¿A vos qué te hace feliz? –Yo vine a India a tratar de encontrar y entender que es la felicidad y que es lo que quiero hacer con mi vida. Antes de venir un amigo me dijo que yo ya sabía esa respuesta. Amo surfear. Me encantaba vivir en ese pueblo costero donde yo vivía y tener esa vida. Siento que ahí era feliz. –¿Entonces porque venís a buscar la felicidad acá si pareciera que ya la encontraste?

¿Todos tenemos que encontrar la felicidad en la meditación, el hinduismo y el Yoga? Yo no creo que todo es para todos… No sé si la búsqueda de la verdad para todos tiene la misma forma, porque no todos los propósitos ni los karmas son iguales. No todos tenemos el mismo proceso, ni los mismos tiempos ni todos venimos a este mundo para lo mismo. Pensar que todos debemos seguir el mismo camino que a otros le permitió encontrar la liberación es tentador, pero no todos tenemos la misma misión ni todos estamos en el mismo nivel de aprendizaje para encontrar la paz con la misma fórmula. Quizás el truco es tomar las herramientas y ver como aplicarlas en la vida que elegimos, como dice el budismo, pero para eso, hay que estar lo suficientemente despiertos para ver que vida es la que "elegimos". El propio Gran camino.
Para Buda seguramente fue entender la causa del sufrimiento e iluminarnos a todos con esa verdad. Ese fue su llamado… ¿Cuál será el nuestro?
Marina, la argentina-canal trabaja en hospitalidad. Ella me decía que para ella "el servicio"- refiriéndose a la hoteleria- era su dharma: su tarea y su realización personal. - Si alguien necesita algo, yo me desespero por satisfacer su necesidad y me sale desde el corazón. Si alguien me pide agua caliente, yo salgo corriendo para darle agua caliente a esa persona, y corro literal, no camino, corro, para que realmente esa persona se de cuenta que de verdad me importa lo que esta necesitando. Y se lo muestro, se lo hago saber, le doy importancia a lo que esa persona necesita. Para mi "el servicio" espiritualmente hablando es eso. Ella no hablaba del servicio del hotel, ella hablaba de la misión o el propósito de su vida, y cómo para ella tomaba esa forma.
Hablando por mi misma, también podría salir a buscar agua caliente si alguien lo necesita mucho…Una vez. La segunda quizás le indicará dónde puede encontrar el agua y la tercera le preguntaría qué parte no entendió de la segunda. Me considero una persona muy amable pero no tengo ese sentido de hospitalidad como ella lo tiene. Esa es su magia, ese es su Superpoder. Su manera de aportarle algo al mundo, de hacerlo más bello, porque eso es lo que mejor le sale, es donde se siente más plena. "Eso" para ella es lo más natural. Ese es su don.

Rohit es el dueño de un café en Dharamkot que se llama "Da Wiara". Significa “yo creo en mi mismo” en lengua polaca.
Rohit se dedica a hacer café, acá en India, donde la mayor cantidad de la gente muere por deleitarse con el famoso chai, -el té con leche indio- y donde el café ni siquiera es bien visto a los ojos de la vida yóguica ayurvédica. Rohit no solo se dedica al café, sino también da cursos de barista sobre cómo hacer café mientras piensa en ofrecer conciertos de jazz en vivo, acá, en un pueblo en los Himalayas Indios.
-¿Vas a dar cursos de cómo hacer café acá? ¿A quién le puede interesar?- le preguntó un amigo indio.
El enseñó cómo hacer un buen café en India, con dibujos en la espuma y todo incluido. Invitó músicos de jazz para tocar en su lugar donde nadie escucha jazz. Tiene un colgante con una incrustacion de un grano de café que cambia cada 6 meses y una cafetera tatuada en el brazo.
Me contó que hace unos años estaba sentado en la colina de en frente mirando este mismo terreno y dibujando donde pondría su café. Y lo hizo.
-Acá estas sentada vos ahora- y me señaló un plano dibujado con tinta negra en lo que era el terreno.
Ahora tiene este café y otro más en el Sur de India, y va a Bali a aprender más sobre el café de tanto en tanto. Me hace oler el café que trae de allá como si fuera una pócima mágica y por el tiempo que estoy sentada ahí con él, se lo creo.
Esa es su pasión y eso es lo más lindo que tiene cuando te lo cuenta con esa energía que rebasa su propio cuerpo con cada pequeña historia alrededor de su sueño. Porque no te habla del café, te cuenta cómo toca el cielo. Te muestra que los sueños son posibles y por medio de ese acto te invita a a creer en el tuyo a vos también.
Yo no corro por el agua caliente ni tampoco me enloquece el café, pero cada vez que escucho una de estas historias me desespero internamente por sacar mi celular para dejar registrada alguna idea, para que esa magia no se me olvide. Me fascina ver la pasión en los otros y necesito capturarla, hacerla poesía, plasmarla de alguna manera para que la gente común que se cree sin magia pueda ver que la magia sí existe, y que tiene forma ¡y acá está! Formas de personas simples, construcciones de historias, historias que dan esperanza de que los sueños se hacen realidad, y eso para mí es oro puro. El sentido que lo prueba todo.
-¿Cómo nunca te vi en el pueblo antes? – me preguntaron por ahí.
–Bueno, la verdad es que no salgo mucho, solo voy a sentarme a algún café con mi computadora, una linda vista y me siento a escribir. Eso es casi lo único que hago últimamente...
Me río, porque es verdad.
-¿Cuánta gente lee tu Website? – En realidad estoy escribiendo un libro. Mi Website no lo sé, ¿unas 100, 150 personas? - le contesté con algunos aires de superación– No me importa mucho, al final yo lo hago por mi… En el momento fue una respuesta solamente, pero después me di cuenta que era verdad. No tengo tanta noción de cuantas personas lo leen- ojalá sean muchas, ¡claro!- pero a pesar de que no lo sé con certeza, lo sigo haciendo porque no puedo evitarlo. Porque siento la necesidad, porque es más fuerte que yo y simplemente porque creo en eso. Porque siento que mis dedos vuelan cuando necesitan plasmar ese encanto, ese que probablemente yo sola veo de esa manera en un cuarto lleno de personas mirando lo mismo. Yo no entiendo como a la gente la pasa desapercibido, para mi es claramente una expresión extrema de belleza y eso es lo que necesito compartir: esa magia que se esconde en las pequeñas grandes cosas y gritarles a todos que sí, ¡que se puede! Y lo disfruto, y le pongo drama, amor, destellos y brillitos de colores, y hago de esa historia algo mucho más maravilloso de lo que aún fue y me sale natural. Es un don.
Quizás ese sea mi servicio, mi forma de realización, mi aporte personal. El lugar desde donde me siento más auténtica, donde más puedo contagiar mi luz, mi mirada y mi singularidad. Quizás sea mi dharma, como dice el Yoga. Mi forma de encontrar paz y desde donde se la puedo compartir a los otros.

Carolina, mi profe de Yoga y amiga, vive en India desde hace 7 años. Después de tiempo y búsqueda encontró a su Gurú- o quizás su Gurú la encontró a ella-. Una mujer del Sur de India muy conocida por estos lados a la que llaman Amma ("madre") Caro había pensado en cambiar su vida y unirsele como brahmachari: iniciar un camino de renuncia y dedicar su vida a su Gurú. Una mañana le mandó una carta a Amma comunicándole su decisión. Amma le contestó que no… así, seca y drásticamente. No.
–No me explico porque, solo me dijo que no. Me dolió muchísimo, yo ya venía trabajando en mí y estaba convencida de que eso era lo que quería... y ella me rechazo. 5 meses después conocí a Rodrigo, mi pareja actual, quién como yo había vivido en India por más de 5 años… Fue muy loco porque habíamos estado en los mismos lugares en momentos similares pero nunca nos habíamos cruzado. Después de 3 años vuelvo a Argentina y nos conocemos allá casi en forma random. En ese momento yo no estaba completamente segura de que hacer. Él fue una razón más para que yo vuelva a India, esta vez, juntos. Ahora Caro baila Kathak, una danza tradicional India mientras Rodrigo reproduce la misma música en el Tabla, un instrumento indio de percusión que tradicionalmente acompaña esa danza. Los vi juntos haciéndolo, era como si sus ojos se estuvieran haciendo el amor pero con música, baile y ropa puesta. Una fusión increíble, como si encajaran, como dos piezas de rompecabezas.
–Ser brahmachari de Amma no era mi karma y ella lo sabía. Cada uno tiene un propósito en esta vida según el hinduismo, algo que venimos a aprender y también una manera de ofrecer nuestro don, y evidentemente ese no era el mío…
Me encantan los misterios del Universo, me dan energía. A veces eso que tanto buscamos llega cuando dejamos de buscarlo. Cuando solo nos resignamos porque nos cansamos, nos enojamos y nos damos el permiso de patear el tablero y mandarlo todo a la mierda. Y ahí, agotados, dejamos de intentar. Nos damos tiempo para hacer "eso" que sin darnos cuenta nos gustaba, nuestra vía de de escape. Eso que hacemos por placer, eso que fluye. Eso que estuvo ahí siempre y eso que estuvo tanto que de tan obvio nunca pudimos ni siquiera registrarlo como un don, como un Superpoder, pero al final, lo era.
Eso que nunca pensamos como productivo, porque nunca lo fue. Solo éramos nosotros siendo nosotros. Eso que solo estaba a nuestro servicio siendo nosotros mismos. De todo lo que somos, lo más puro.
El Surf, la hospitalidad, el café, la escritura, el Yoga, el Kathak, el Tabla… Esos dones que se vuelven Superpoderes, que sin notarlo y sin saberlo, nos acercan un poquito más a la iluminación, a Dios y a la magia de la vida.

» El budismo no es una tradición extraña de países extranjeros, ni un método para huir de las propias responsabilidades, ni una colección de palabras áridas en libros y bibliotecas. El Budismo debe entenderse únicamente como un medio para superar el sufrimiento mental y lograr el bienestar propio y el de los demás «
Geshe Rabten - Tushita, Dharamkot
Y quizás para eso hay múltiples caminos también...
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NOTA: Esta idea de los «Superpoderes» fue inspirada en un Curso de Carla Bonomini sobre Autopromocion para Creativos que recomiendo. un montón Ella tiene una manera de transmitir muy simple y creo que ofrece es muy inspirador para todos en general y sobre todo para quienes estén en su propio proceso de emprender o crear algo. Una invitación a empoderarnos y a aprender a mirarnos con más abundancia para desde ahí explorar la totalidad de nuestros talentos.
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