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Superpoderes Parte 2: Recuerdos

  • Foto del escritor: AV
    AV
  • 21 sept 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 4 mar

Cuando tenía 10 años transcribía cuentos de libros a la computadora . Las compus recién aparecían, eran los momentos del MS-DOS y los códigos en pantalla negra. La habíamos ido a buscar con mi viejo a Lanús Oeste a un tipo que las clonaba y las armaba por partes. Para nosotros era casi incomprable, así que la emoción que sentí ese día era mejor que cuando te llevan a la jugueteria.

Después de conocerme de memoria toda la Encarta ’98 y jugar al memotest de cuadros de pintores famosos, escribir textos era mi pasatiempo. Ni en pedo teníamos Internet, así que de esa manera recuerdo los domingos a la mañana mientras el sol entraba por la ventana de mi cuarto de Avellaneda.

Después de transcribir varios «Cuentos de la selva» de Horacio Quiroga, a los 8, 9 años escribí un cuento corto y lo llamé «El príncipe águila».

Lulú, un amigo de la pensión donde mi papá vivía, lo publicó en el diario de Lanús. Él también era escritor. Siempre me decía que yo era su nietita postiza.

Wow. Recién ahora puedo ver todos esos recuerdos borrados de mi mente.


-No sé que me hace feliz- le dije en tono de pregunta a los hombres que hablaban con las almas.

¿No lo sabes?… Pensa ¿ Que te gustaba hacer de chica?

Y ahí me vi… ¿Cómo se me había olvidado tanto?

Siempre escribía. Ahora entiendo que la escritura era una compañía para esa hija única que ya prematuramente no encontraba consuelo en los dolores del mundo. Para ella, la separación de sus padres. Su mundo.


Hoy se cumplen ya 7 años de la muerte de mi viejo. Él me enseñó este camino sin saberlo. Él también escribía mucho y muy hermoso. Escribía acrósticos.

Quizás algo de eso lo llevo en la sangre. Él me contaba incansablemente las historias de la Revolución Cubana, del Che Guevara y la impunidad sangrienta de la dictadura militar argentina. Me daba el libro «Verde Olivo» y «El Nunca Más» para que leyera mientras estaba en quinto grado. Y con eso también me daba idealismo y noción de lucha.


Y así crecí…

Por mucho tiempo me había olvidado que escribía. Lo volví a recordar recién ahora, a mis 34 años.

Los Superpoderes olvidados. Nos son tan naturales que olvidamos su magia. Pero así y todo, siempre siempre salen a la luz.


¿Cómo no sucedería? Es evidente… Son la esencia de nosotros mismos.

__________________


Gracias por tanto viejo. Siempre estás y siempre volves. Así humildemente, casi imperceptible, como una flor que trae la brisa en las tardes de primavera. Gracias por cada enseñanza de amor. Me hicieron quien soy ahora.

H.L.V.S , como escribías siempre en las notas cuando te despedías: ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE pa !

Tuve al mejor maestro ♡




¿ Y vos ya te reconociste en tus Superpoderes?



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