top of page

43~ Mi lista de deseos

  • Foto del escritor: A. V.
    A. V.
  • 25 sept
  • 16 Min. de lectura

Actualizado: 30 sept

ree

Sé consciente en todo momento. Sé ecuánime. Cada respiro es una oportunidad nueva para volver a empezar… ¿Qué “cosas” me hacen feliz? Mi mente seguía pensando. Claro, a eso habíamos venido. Cuando podía volvía a mi lista. Mi trabajo personal. Mi autodescubrimiento. Lo que había ahí no eran grandes cosas—o quizás sí lo eran: eran deseos.

Día 8


¿Qué “cosas” me hacen feliz?


-Leer un buen libro -Tomar mate -Hacer Yoga al aire libre -Nadar en la naturaleza. Corrijo: ESTAR rodeada de naturaleza -La playa. También las montañas. Los ríos. -Estudiar lo que me gusta. -Escribir. Observar.

-Leer un buen libro -Las conversaciones profundas -La fotografía.(...)


¿Qué sueños tengo? -Conocer Bali -¿Una casita en la montaña? ( Y si, a revisar pero aún seguía en la lista.) -¿Escribir un libro? -Aprender a manejar moto . Ese era mi nuevo “permiso”.

Quizás suena estúpido, pero en el mindset de supervivencia y productividad de mi mente hacía mucho que no había lugar para deseos personales. Creo que estaba tan ocupada en “resolver” que hacía demasiado tiempo que no me estaba permitiendo escucharlos. 

¿Creo?  Más bien es una afirmación: ¡Definitivamente no me estaba permitiendo escucharlos! y, por supuesto, menos me estaba dando la autorización para habilitarme hacerlos realidad. La casa en la montaña estuvo desde siempre, desde mis 15, 16 años. La tierra prometida de la que tanto he hablado. Conocer Bali era un sueño épico antiguo, que perduraba junto a la heroína de mi película favorita Comer, rezar, amar. Por alguna razón siempre me había sentido muy identificada con ella y con lo que ella sentía. ¿Esa frustración desbordante de no saber para donde ir? Luego leí el libro y descubrí que no era un cuento de ficción sino su propia historia. Ahí me identifique más con ella y me sentí menos sola en esta locura que estaba viviendo meses atrás.  Bali era un sueño demasiado lejano para una latina que nunca había pisado Asia, bastante idílico para hacerse realidad. También demasiado improductivo o poco práctico y en mi mente por aquellos tiempos solo le daba lugar a las cosas “con sentido”. De más está decir que nunca había tenido el coraje ni el dinero de llevarlo a cabo –hasta ahora–. Se lo había dicho a Joan varias veces, pero siempre le parecía demasiado lejos,  demasiado proyecto, demasiado complicado, demasiado demasiado. A Joan a veces todo parecía demasiado y hasta el momento yo nunca había tomado la importancia suficiente para hacerlo por mí. Viéndolo desde acá, probablemente la que nunca había tomado la importancia suficiente era yo misma. Y probablemente también, lo que a Joan le parecía demasiado era yo, completa, tal como era.


ree

Jailsamer, India


Escribir un libro era una idea nueva. La escritura era algo que me había acompañado desde muy chica pero en los últimos años de mi vida, de alguna forma extraña lo había olvidado. Antes de llegar a India, cuando me junté con los tipos que hablaban con las almas, les lleve esa pregunta tan difícil para míprobablemente para muchos también:

«¿Qué me hace feliz? »


Durante mi vida siempre había tenido muchas inquietudes, muchos hobbies, muchos intereses, pero nunca pude elegir uno. Eso, en vez de mostrarme cuán abundante y creativa era, me frustraba terriblemente. Demasiadas distracciones, demasiadas fugas de energía, demasiadas opciones. ¿Por qué no podía tener uno y ya, como todo el mundo? ¿Como todo el mundo o como nos hicieron creer que todo el mundo debería tener?  Gran tema a desarrollar… No se que me hace feliz –contesté tímidamente tirando todo mi poder personal a la basura¿No lo sabes?replicaron– ¿De verdad?...¿Qué te gustaba hacer cuando eras chica?

Me quedé pensando…¡Tantas cosas me gustaban!  ¿De verdad eran tantas? Busqué en la biblioteca de los recuerdos mentales. Bailar contesté, sabiendo que la respuesta no era esa– ¿Escribir?– reformulé, con tanta timidez que tuve que pronunciarla en modo de pregunta para que pudiera salir de mi boca. Cuando era chica y aún no tenía mucha imaginación –o confianza para escribirsolía copiar libros de texto en la computadora. Las computadoras recién salían, eran toda una novedad, entonces ese se había convertido en mi hobbie favorito.

El primer texto que copié era un cuento de Horacio Quiroga. El libro se llamaba “Los cuentos de la selva” y el relato se titulaba "El Agutí y el ciervo". Un par de días después con mis 10 años hice mi propio escrito, inspirado en los de él, claro. Lo llamé El príncipe Águila. Un amigo de mi viejo lo publicó en el diario de Lanús y la verdad, tengo muchas ganas de volver a Argentina para encontrar ese recorte de diario amarillento. Sé que el cuento era bien altruista pero pasó tanto tiempo que ya no lo recuerdo.

Acá lo veo… – me dijo uno de los tipos que hablaban con las almas Veo un libro con un mar en la tapa. También veo "el mundo a tus pies"… pero en Argentina tu identidad corre profundo peligro, la única salida que veo acá es India…– Hizo un silencio  – Me dicen que no tenes que tener miedo. Me “dicen” que confíes, que estés tranquila, que todo va a estar bien, que no tenes nada de qué preocuparte...

Es fácil decir eso cuándo no es tu puta vida la que se está sosteniendo de un piolín diminuto, sobre todo cuando “la salida” es una puta película de Hollywood. ¿Cuál de todas las partes de mi vida que se estaba estrellando hacia el desastre a toda velocidad era la que iba a estar bien? ¿la amorosa? ¿la profesional? ¿la personal?

Antes de que pronuncien esas palabras mi plan era irme a Argentina a recibir amor en forma de abrazos y fingir demencia por unos meses– más–. India había sido un recurso extremo que uno piensa en momentos de desesperación, pero estaba demasiado asustada para tomarlo realmente en serio. Así y todo, parece que también estaba demasiado desesperada para seguir fingiendo demencia.

Sus palabras levantaron el velo de algo que sabía desde hacía rato pero no estaba preparada para ver. 

Las personas que conectan con las almas siempre te dicen que “sí aparece” es porque estás preparada para oírlo… Hijos de puta. Yo lo único que veía en ese momento era a mi misma como un pollito mojado ahogándose en una licuadora del mal y ahora, en vez de solo poder ser un pollito mojado debía convertirse en un super pollito y sacar un billete a India... What? Lo único que hice por meses fue odiarlos en silencio. ¿Quién tenía el control de mi vida ahora? ¿Qué iba a hacer con tanta “verdad”? presumiendo que "esa" era “la verdad”, lo cual tampoco podía asegurar, por supuesto. Esas palabras me generaron una ansiedad tan profunda que no puedo describir. Creo que algo dentro mío sabía que en el fondo escondían algo de verdad –y no me refiero a la parte linda “del mundo a tus pies”, me refiero a todo el infierno a atravesar que venía justo antes de eso: ¿Sentirme desheredada por mi misma peleando con mi propia consciencia? ¿Desterrada por voluntad propia? ¿Disociada? ¿Volver a irme, pero esta vez a modo de escape y como una fugitiva? El punto es que cuando uno tiene una verdad en frente y no es la que quiere, no deja de ser verdad por eso, y a veces no hay remedio para combatirla.

No hace falta aclarar qué decisión tomé, ¿no? Por suerte no se equivocaron… La tapa del libro que “vieron” no era un mar, iba a ser un río sagrado: iba a ser el Ganga– el Mother Ganga– y una imagen de Varanasi, que desde que la vi supe que era esa, porque me atravesó hasta el alma y se me quedó flotando en la mente.


ree

La foto del bien, Varanasi


Pasó muchísimo tiempo hasta que pude entender. Ahora, en retrospectiva, muchos meses después, puedo ver que lo que ellos me dijeron no estaba tan errado. De hecho, fue bastante acertado… “El mundo a mis pies” Eso fue lo que ese viaje me dejó: “El mundo a mis pies”... La primera vez que oí esas palabras retumbaron en un eco de desolación, pero mis guías fueron tan tan claros… Ahora con la calma del tiempo puedo verlo. Desde Argentina a Dinamarca, luego a India, Tailandia y de ahí Bali porque sí, ahí es donde termina la historia, o donde comienza en realidad, depende de donde lo mires, como todo. Casi que le di la vuelta al mundo– y mira que siempre tuve la fortuna de viajar muchísimo– pero esta vez era diferente. Cuando lo haces sin quererlo ni planearlo, casi por una obligación con tu alma, con una fuerza que te soporta pero no sabes bien de dónde sale, eso que parecía un viaje se convierte en casi un milagro. Y digo un milagro porque la verdad es que me devolvió la fe.  Ese “viaje” fue hacia el centro de mi misma, tan profundo y tan directo que no me lo veía venir, pero fue un decreto y una salvación. Fue mostrarme que podía lograr lo que quisiera, fue probarme que realmente era la dueña de todo lo que me pasara de ahora en adelante. Fue mostrarme que tenía el timón de mi vida, que podía empezar a usarlo y que se sentía hermoso. Aún no tenía ni idea de lo que iba a pasar, pero de repente había salido del rincón de penitencia y ahora estaba colocada en la cima, viéndolo todo como un juego de T.E.G. Aun no tenía planes ni conclusiones pero m e sentía libre como nunca antes y para mí, conquistar eso fue la verdadera libertad.


Sí, el pollito de la licuadora llegó a Bali y después de una tormenta de meteoritos se había convertido en el Ave Fénix. (Y esto es un spoiler, porque en estas instancias de la historia todavía sigo en India, aun en pleno caos y destrucción, pero en el lugar donde estoy ahora las líneas del tiempo se entremezclan como el agua y en vez de querer cambiarlo, lo celebro)


ree

Kerala, India.


¿Escribir un libro? Parece un montón, ¿no? Pero a mis oídos eso le sonó tan natural como preparar un licuado de banana y leche. De laguna manera la escritura fue algo que me acompañó toda mi vida, en menores o mayores proporciones dependiendo de cada momento. De chica fue una manera de vomitar sensaciones, de sublimar la angustia que sentía, de procesar lo que por mi temprana edad de otra manera no podía. Más grande, inspirada en los viajes fue una forma de registrar la magia, las historias mínimas de la gente común que por eso se vuelven románticas y sublimes. Una manera de recolectar esas pruebas de que el amor, los ideales y los sueños SI EXISTEN, cómo me había contado mi viejo desde siempre, como las películas y mis libros favoritos mostraban. Y fundamentalmente, escribir para dar cuenta que este mundo sin un poco de todo eso no tiene sentido. ¡Señores: la magia existe! y cuando estamos lo suficientemente atentos podemos verla plasmada en las pequeñas acciones de la vida real, y todo se vuelve un milagro.

Ahora hacía muchísimo tiempo que no escribía– varios años de hecho– desde que había llegado a Dinamarca, probablemente desde antes también. Nada había sucedido, pero algo en esa voz no tenía contenido. Estaba vacía, inerte, dormida, sedada… simplemente no hablaba ni tampoco tenía necesidad de plasmar nada. Porque la verdad es que yo no escribo porque quiero, escribo porque algo en mí le urge hablar.   ¿Qué le habría pasado? No había nadie ahí para preguntarle eso, simplemente todo el espacio se había quedado vacío y en blanco. Escribir casi siempre había sido un escape, una urgencia. Entonces nunca le había dado un espacio físico consciente ni lo había documentado sabiamente. Siempre solían ser papeles escritos desordenados en lugares random que terminaban yéndose a la basura.  Cuando escuche la idea del libro se sintió como una revelación con sentido, que ni siquiera tuve que forzar. Escribir era lo que siempre hacía. Esta vez solo tenía que tomarlo un poquito más en serio y básicamente, registrarlo. Fue ahí que naturalmente decidí documentarlo. No se cuando empecé a darle forma a esa idea, creo que realmente simplemente fluyo. Claro que yo le puse mi intención. Compré una Laptop portátil pequeña que adquirí por primera vez comprando en un CyberMonday. El precio era $1.111 coronas danesas– sí, dos veces 11–. Eso fue una de las cosas que me convenció de comprarla, que paradójicamente sólo percibí después de elegirla. Era perfecta, tenía que hacerlo. Señales, y sí, esa era la frecuencia en la que empezó a vibrar mi vida después de mi decisión de volar a India. Toda una gran historia de señales, sincronicidades, universos y dioses. Hippie, muy hippie. Aunque renegara, mi atmósfera preferida.


Batur, Bali, Indonesia
Batur, Bali, Indonesia

Rápidamente, la relación con esa compu de los mil 1 se volvió una de las compañías más profundas y significativas para mi –no lo sabía pero iban a ser unos largos años de amistad–, y sin darnos cuenta empezó a ocupar ese lugar de “acompañante” de mi vida, como mi nueva guitarra viajera.


Ese fue uno de los primeros actos de fe. Y la verdad es que no fue algo consciente, solo fue una sensación tan suave y tan fuerte a la vez en la cual solo me reposé a ser. Creo que a veces así se sienten los caminos realmente propios. Nos sostienen con tal suavidad que casi son imperceptibles, cotidianos, naturales. Como una corriente subterránea amable, que sin darnos cuenta nos conduce a las orillas más maravillosas de nosotros mismos. Eso que estaba ahí solo fluía y yo solo escuche. Fue tan propio que casi no puedo registrar ni cuándo ni cómo ni la intención. Como si no hubiera dudado ni un segundo de eso, y en un momento donde dudaba de todo hasta de mi propia sombra eso era un montón. Y aunque parecía imperceptible, eso estaba ahí porque algo me empujó a moverme en cierta dirección y lo hice, y se ve que salió bien, porque acá estamos, ustedes y yo.


Vashish, India
Vashish, India

El último de los deseos era una Yapa. Ya que estábamos en modo pedir démoslo todo, ¿no? y acá va: siempre había querido manejar moto. Ese sentimiento era un deseo antiguo y constante pero tan inmóvil e inerte como una estatua de yeso. ¿Por qué nunca lo había ni siquiera intentado? ¿Sería demasiada responsabilidad? ¿Algo demasiado serio para una mujer que por momentos sentía que no sabía cómo ser adulta? Siempre había sido un sueño pero nunca había tomado ni forma, ni relevancia, ni urgencia, ni acción. Solo estaba ahí en la nebulosa, reposando al sol tomando un Mojito en la playa, como el resto de mi vida… Como si tuviera miles de años para hacerlo realidad o miles de vidas para llevarlo a cabo. Como si eso fuera a suceder mágicamente un día solo por el hecho de desearlo, o como si fuera tan improductivo y tan exclusivamente placentero que solo por eso no tuviera nada de importancia en mi lista de pendientes. Porque en realidad esa lista de pendientes ni siquiera existía como tal, solo eran un par de palabras sin forma flotando en el anonimato.

Ahí me anoticié que quizás me estaba quedando un poco estancada en las cosas propias que quería cumplir y que los sueños se me habían aburguesado y tornado un poco grises. Gris uniforme, ese que casi no tiene color...

¡Cuando salga de acá voy a alquilar una moto y voy a aprender a manejar. Después voy a volver a Argentina y voy a sacar la licencia de conducir! a veces el orden no altera el producto–. Casi me había convertido en una ameba, pero de repente tenía un pequeño proyecto que me daba ganas de hacer realidad.  De solo pensarlo me venían las ganas de vivir, de sentir la adrenalina, la música y el viento en la cara. De recorrer rutas, historias y países. Todo eso representaba tanto mi forma de vivir… ¿Cómo podía ser que nunca lo hubiera hecho?

Probablemente era algo pequeño, pero tener el deseo de cumplir un sueño solo por placer me devolvió algo de vida y una motivación personal que me di cuenta había perdido. Un deseo propio, sencillito, no demasiado útil, no demasiado productivo, no muy serio ni constructivo. Algo que nacía sólo de las ganas… Ufff, ¿hacía cuánto no hacía eso?

Me había acartonado y les juro que no luzco específicamente como una persona acartonada en la vida, pero en mis estructuras internas aun podía sentir esa rigidez. Con mi look y mi estilo todavía parecía que no, pero los mandatos sociales me pesaban tanto o más que a todos.

¡Y también voy a ir a Bali! Aunque aún no haya resuelto mi vida ni mis preguntas existenciales. Aunque no tenga tampoco demasiado sentido ni dinero, aunque todavía no haya resuelto “lo importante” ni cómo voy a vivir los próximos meses ni dónde. Aunque tenga que gastar esos ahorros que no estaban destinados a gastar y luego tenga que pedir dinero prestado para cuando decida volver… ¡Lo voy a hacer porque el solo hecho de pensarlo me hace feliz! ¡Porque la puta madre! si no es ahora, ¿cuándo? Porque la vida es una sola, y no se cuando voy a tener esta oportunidad de nuevo en frente mío meneandose con una minifalda en medio de mis narices... Lo voy a hacer porque me lo merezco, porque soy valiente, porque soy libre y porque elijo no rendirle más cuentas a nadie más que a mi misma sobre mis elecciones y de a poco me estoy convirtiendo en un ser amable y permisivo conmigo misma... A la mierda… ¡Voy a disfrutar de una vez por todas con todo mi ser!… ¿O sino qué?... ¿para qué estoy acá? Y más aún, ¡¿para qué estoy viva?!...


Bali, Indonesia
Bali, Indonesia

A veces las cosas obvias son las que más pasamos por alto. La mayoría de las veces ni siquiera las percibimos, se vuelven parte de nuestra forma de ser, de nuestra forma de actuar y pensar. Pero ahí, en Bodh Gaya, entre esas caminatas entre árboles y luz matutina me di cuenta: Estaba viviendo postergando. Postergando porque no me sentía merecedora de disfrutar hasta tanto no “resolviera”. ¿No resolviera qué? Vaya uno a saber  ¿Todo? ¿Mi vida? ¿Mi futuro? ¿Dónde asentarme? ¿Dónde vivir? ¿Estar completamente segura con lo que quiero hacer? ¿De qué quiero vivir? ¿Tener la vida resuelta? ... ¿Estar muerta?

Ahí estaba el punto. Necesitaba seguridades y no las tenía y eso me enloquecía. Pero el problema estaba mal planteado. Primero: porque esas seguridades que buscaba no existían– y esa era una diferencia hermosa, porque no era que yo no las había encontrado, sino que ¡no existían! Gran punto. Segundo: porque aunque la gente “parece que sabe”, son muuuy pocos los que realmente saben exactamente lo que quieren…– y entre nosotros: ¿realmente lo saben? ¿ Ese saber es una pieza de museo, estática, o esta los movimientos naturales de los avatares de la vida? De todas maneras: ¡Enhorabuena por ellos! si saben que lo saben nada que decir, pero al final creo que gran parte estamos en un juego donde todos simulamos que sabemos hacia dónde vamos, pero en realidad, somos unos buscadores eternos tratando de descifrar de qué va la vida. El punto es que son muy pocos lo suficientemente despiertos– y valientes para poder admitir eso.– El sublime "solo se que no se nada". Las sociedades donde crecimos seguramente son las primeras que nos señalan desde las esquinas con el dedo acusador. No ellas claro, sino la gente que vive adentro de ellas, que probablemente no lo hagan conscientemente, pero de alguna forma sus prejuicios de mierda llegan a nuestro campo energético, mental y emocional, y nos afectan. Nos carcome y nos agujerea por dentro diciéndonos que estamos fallados y no lo digo metafóricamente, lo digo porque lo he escuchado— Y ahí, volvemos a entrar en una ilusión, de sentir una vez más que estamos solos en esta. Que pareciera que somos los únicos, que pareciera que nos equivocamos. Pero la sorpresa, interesante e imprevista, es que cuanto más nos abrimos a hablar de las dudas, incertidumbres y frustraciones que cargamos, más entre todos nos parecemos. Al final, las preguntas, los miedos y las inseguridades que todos soportamos se asemejan bastante y eso, en vez de ser una excepción que nos hace sentir errados, se transforma en el común denominador. De repente podemos validarnos, mirarnos de verdad a los ojos, encontrarnos con el alma del otro y también dejar de contener la respiración. Hermoso, ¿no?…Respirar.



Flores balinesas
Flores balinesas

¿Y es que no sería más fácil y más sano poder asumir esas preguntas existenciales que nos trascienden a todos con más soltura? La vida, la muerte, la existencia, el propósito, quienes somos… Las tradiciones antiguas que solo unos pocos escuchan todavía conservan estas preguntas. Son tesoros escondidos en páginas amarillentas y relatos de gente sabia. Y la verdad es que quizás no son más que las mismas que nos hacemos cada noche mientras nos comemos las sobras de la cena frente a la luz de la heladera, mirando a la nada misma. La diferencia es que los sabios se lo tienen permitido. A los seres normales nos enseñaron que eso es perder el tiempo, y al menos que tu respuesta se vaya a medir en números que tienen valor monetario –o podrían generarlo en algún momento– mejor que ni pierdas tu tiempo.


El permiso es algo que nos reprimen desde chicos y el Ego( y también el superyó) es el guardián que se encarga de mantener todo eso a raya.

¿Y nosotros dónde quedamos en todo eso? No quedamos y ahí está el problema.


Y no es que fuera millonaria para permitirme hacer todo esto, ni que haya nacido en cuna de oro, ni que los miedos económicos y las cuestiones monetarias de como iba a vivir los próximos días, semanas, meses o años no me afectarán… ¡Claro que lo hacían! Cada día, a cada minuto. Viajaba de mochilera con el presupuesto más bajo que podía. Evaluaba las opciones y cuidaba cada rupia india con la mayor consciencia que tenía, pero es que también en eso tenemos que habilitarnos a veces, y nosotros somos los únicos que podemos hacerlo. Tenía algunos ahorros, pero no podía tocarlos, porque “eso”me decía mi madre– "eso" estaba destinado para cuando realmente lo necesitara, para ese proyecto importante o para "mi futuro"¿Acaso este no lo era? ¿Acaso no estaba viviendo en mi futuro? ¿Probablemente no era la decisión más importante y consciente que había tomado en la vida?

¿Cuándo me iba a permitir vivir? ¿Cuando cumpliera los 50 años? 


¿Cuándo iba a llegar ese momento?

Quizás no era algo que simplemente llegará como por arte de magia o decantación como pensamos. Quizás era algo que yo tenía que construir. Que cada uno tiene que construir.

ree

Canggu, Bali

PD: Wow. 

Me di cuenta que olvide el deseo más importante.

Cómo es la mente ¿no? Soy psicóloga y así y todo hay cosas que se nos escapan a todos...

Mi deseo más importante era enamorarme, un compañero para compartir mi vida y construir proyectos juntos. Creo que si me preguntaran qué es lo que más más quiero en la vida de tooodo lo que pudiera querer o desear, esta sería la respuesta.

¿Demasiado cursi? ¿Demasiado trillado? ¿Demasiado demasiado?

Probablemente sí, pero me enorgullece que al fin y al cabo el amor siempre siga siendo la última razón. En Argentina, en India y probablemente en muchísimas más partes del mundo.



¿ Entonces porque cuando hice la lista de deseos ni siquiera apareció, si en realidad es lo que más quiero en la vida? 


Por mucho tiempo escondí un poco los "demasiado", quise controlarlos en una cajita a ver si podía hacerlo más suaves. Nunca pude hacerlo bien y esa energía salía de todos modos. A veces sanamente, a veces no tanto. 

Quizás no lo escribí en la lista porque era algo tan profundo y dependía tan poco de mí que no valía la pena ni escribirlo...

« Eso no se elige » solía decir... ¿Eso no se elige? ¿De verdad? A veces debemos cuestionar las frases que nos repetimos a nosotros mismos... ¿No dependía de mí realmente? ¿Nada, ni un poquito?


Si al final, ¿no obtenemos lo que creamos?

¿No somos los responsables de plantar el terreno para que todo se desarrolle?

¿Estaba plantando mi semilla?

¿Estaba realmente confiando?


Era mi mayor deseo y era tan profundo que hasta me costaba dejarlo salir.

Lo escondía como mi mayor tesoro y no solo lo escondía, quizás en ese proceso también lo ahogaba.

¿Por qué? ¿ Tanto miedo le tenía? ¿ A qué?


Gran gran tema, ¿no?

Todavía estaba muy lejos de poder abrir algo de esto por estos momentos. El momento para reflexionar sobre el amor iba a venir mucho tiempo después en la cronología de este viaje interior porque todos sabemos que para estar bien con un otro primero hay que estar bien con uno mismo, y esa es la parte esencial que todos nos salteamos–. Obviamente no estaba ni cerca de eso, estás iban a ser las elucidaciones avanzadas y no se puede abrir todo al mismo tiempo. Como decía una monja budista amiga, "los conocimientos para los cuales no estamos preparados en este momento, podemos ponerlos en la biblioteca para cuando estemos listos para él". No lo ignoraba, podía ver su nombre desde el sillón donde estaba, pero aún faltaba un poco para que pudiera entender que era lo que pasaba ahí adentro. De momento lo miraba con amor, sentada al lado de mi actual lista de pendientes. Ya llegaría del día para él, de momento andar en moto por las rutas de Bali y escribir sonaba un planazo, probablemente el más divertido de toda mi vida.


Comentarios


lo random de la vida .jpeg

¿Te ha gustado?


Invitame un Cafecito 🇦🇷  para seguir compartiendo magia


Tambien podes apoyar mi contenido a traves de Paypal  🌍

Website designed & developed by Gs7 | Exclusive content by AV Copyright © 2024. 
All Rights Reserved.

 


El contenido total de este sitio web está protegido por derechos de autor.
Queda prohibida su uso, copia o distribución sin la autorización de la autora. El uso no autorizado constituye un delito conforme a la legislación vigente.

bottom of page