37~ Experiencia Vipassana Parte 6: Sensaciones, Obviedades y Mandatos.
- Ayelen Vittori
- 25 may 2023
- 13 Min. de lectura
Actualizado: 15 may

Cada día, cada momento y cada meditación empezaban con la misma frase: -Start again, empieza de nuevo, comienza con la mente calma.- Esa era la clave, de la meditación y de la vida también: -Siempre que te pierdas, siempre que te frustres, siempre que te caigas…Start again. Empieza de nuevo, comienza una vez más con la mente calma. Cada día es una nueva oportunidad para hacer las cosas de una manera diferente. Día por día. Pasito a pasito. Estábamos tomándonos el tiempo para observarnos a nosotros mismos en el medio del caos de la vida y solo por eso ya eramos valientes. Porque en momentos donde TODO NOS EMPUJA A TODO, parar a pensarse es el verdadero acto de valentía.
Día 5.
Goenka había dicho que no intentemos visualizar nada, solo observar las sensaciones.
No importaba, yo había tenido una experiencia sobrenatural y por momentos me sentía que estaba en un entrenamiento psíquico paranormal como “Jane” en X-men o “13” en Stranger Things, o mejor aún, como Batman en el entrenamiento ninja en los Himalayas.
Un poco en chiste, un poco en serio, pero me daba la fuerza necesaria para enfocarme y hacer mi máximo esfuerzo, porque la situación requería mucho de nosotros. Mucho autocontrol y mucha confianza en nosotros mismos.
-Sos una mujer fuerte– me decía antes de empezar cada meditación y también en los recreos.–Respira, no entres en pánico- me repetía cada vez que el cuerpo empezaba a volverse imposible pero aún necesitaba aguantar.
Al final, todo era control mental y paciencia y cuando todo se ponía más intolerable, tener la sabiduría para respirar aún más y aún más lento. Como en la vida.
Si nos entrenábamos en controlar nuestras reacciones realmente podíamos dejar de ser esclavos de ellas. Siempre fui una persona bastante impulsiva, en mis disfrutes, en mis emociones, en mis excesos, así que no dejarme controlar por los deseos de placer constante era al menos algo bien prometedor.
Esa tarde luego del almuerzo “salí” a caminar en búsqueda de un poco de sol, como todas las tardes después del almuerzo. Los pensamientos "bajaban" como una resolana amarilla pegándome en los ojos. -“El amor lo perdona todo” – dijo mi cabeza. -¿Estás segura?– le contesté.
« La mente puede ser un gran sabio o una gran perdición »
La segunda parte era la que iba ganando en mis últimos meses.
Nunca antes había sentido esa sensación tan fuerte de no poder parar, de no poder correrme, de sentir cómo todo se va al demonio y no hacer nada más que sentarme a ver como todo decantaba hacia el desastre. Y luego de eso, soportar la frustración y el enojo conmigo misma por tomar el papel secundario de observadora de mi vida. El emoji del perrito con su tacita de café, sentado tranquilamente en medio de una casa que arde en llamas. Esa era la imagen mental que tenía de mí misma.
¿Cómo había permitido todo eso?
-Estabas enamorada- me dijeron por ahí-. -ESO NO ES EXCUSA BOMBÓN.- Contestó mi luna en capricornio. Estábamos en un retiro de silencio pero en mi cabeza aparecían todo tipo de voces que hablaban y se contestaban entre ellas. ¿Cómo pude dejarme tan de lado mientras lo veía todo pasar?
¿Como pude tener tanto miedo de accionar, de correrme, de reclamar mi lugar? ¿Cómo llegué a sentirme tan asustada para atarme a esa silla inerte mientras todo se prendía fuego a mi alrededor?
No hace falta decir que mi desafío personal era volver a controlar la mente pero con técnicas nuevas. Mente con mente no se estaba cancelando.
“Las semillas que uno planta en el terreno de la mente crecen muy rápido. Entonces hay que elegir bien qué plantar, y para eso, hay que ser consciente del acto de sembrar. Primero, de qué plantas queremos en el jardín y de acuerdo a ello las semillas que vamos a elegir . Segundo- quizás la parte más difícil- no apegarnos a los resultados de eso. Una vez más, surrender- soltar- "
Si sembrás limones, vas a cosechar limones. No hay ninguna chance de que coseches sandías. Es una regla natural y una obviedad.
Si estás buscando agua prospera, pura y natural, probablemente vas a ir a buscarla a una vertiente de montaña, pero no a un pantano. Suena obvio también, pero en la práctica siempre equivocamos los caminos.
¿Cuantos pantanos nos cargamos al hombro mientras queríamos ir a la fuente de manantial? Por ignorancia, por miedo, por confusión, porque parece un plan más divertido o solo por dejarnos llevar.
Esa frase me dio paz. No sabía bien que estaba buscando en India, pero evidentemente ésta era mi agua de vertiente y de alguna manera estaba bien seguir buscando, incluso cuando no sabía bien que era.
Por lo menos estaba en un ambiente propicio y no en el puto pantano.

En el budismo se dice que uno planta la semilla con profundo amor, la riega con profundo amor y luego la suelta también con profundo amor, dejando que la vida haga el resto. Uno no se queda ahí sentado esperando y cultivando expectativas por los resultados. Al contrario. La idea es poder contentarse con la práctica en sí misma, dándolo todo lo mejor posible pero sin apego por el desenlace.
Si sale como quería: ¡perfecto, estaré muy contento!. Si no sale como quería, igual estará bien e igual estaré contento. Quizás con amor lo seguiré intentando, quizás buscaré otra maneras- o ya no-, pero con soltura y liviandad, entendiendo que mi felicidad no depende ese resultado, sino más bien la felicidad se relaciona con el camino que transito y con cómo lo transito.
No reaccionó, observó y actuó diligentemente. Comprendo la impermanencia en todo lo que me compone y desde ese conocimiento, contemplo con sabiduría. Las frases de Goenka se nos pegaban hasta el cansancio. Estaba bien, hacían efecto.
Cada día, cada meditación, cada momento empezaban con la misma frase:
-Start again. Empieza de nuevo, comienza con la mente calma.– Esa era la clave, de la meditación y de la vida también.
Siempre que te pierdas, siempre que te muevas, siempre que te frustres, siempre que te caigas…Start again. Empieza de nuevo y comienza una vez más, con la mente calma.
Cada día es un día nuevo, cada día es una nueva oportunidad para hacer las cosas de una manera diferente. Día por día. Pasito a pasito.
Estábamos tomándonos el tiempo para observarnos a nosotrxs mismxs, en medio del caos de la vida y el frenesí de las rutinas cotidianas, que a veces va tan rápido que no tenemos ni siquiera la posibilidad para percibir cuán agotados estamos de eso.
El piloto automático es tan fuerte que muchas veces vamos solo con la inercia, sin preguntarnos a donde, ni como, ni porque.
¿Cómo están nuestras aguas hoy? ¿Cuán fuerte me siento? ¿Cuan enfocado? ¿Cuán frustrado? ¿Cuan dormido? ¿Cuán cansado? Y percibirme, sentirme, escucharme sin forzar y aceptarme como sea que esté hoy, con amor y amabilidad, para desde ahí actuar con diligencia. Porque en momentos, donde todo nos empuja a todo, parar a pensarse es el verdadero acto de valentía.

Rompiendo el ciclo de reacción, los automatismos se van disolviendo, nos empezamos a cuestionar cosas que dábamos por sentado y poco a poco la mente se libera, se entiende más a sí misma porque simplemente nos permitimos escucharla y así, el sufrimiento se va reduciendo.Suena fácil ¿no? ¿Por qué lo hacemos tan difícil?
Demasiado polvo que empaña el cristal. Demasiadas palabras, demasiados mandatos, demasiados pensamientos, demasiadas imposiciones, demasiada confusión. Entonces ya era hora de limpiar el cristal…
¿Qué te hace feliz?
¿Qué no queres dejar de hacer en tu vida hoy?
Las preguntas que traía seguían en el aire. No las forzaba ni tampoco encontraba muchas más respuestas que mirar al sol, admirar a una hormiga o sentir amor cuando veía a mi vecina lavar la ropa. ¿Eso era algo?
¿Y si al final solo buscaba las pequeñas cosas? ¿Porque me complicaba tanto en resolver las enormes?
¿Dónde quiero vivir? ¿¡DONDE QUIERO VIVIR!? ¿Dónde construiré mi casa? Esa, la añorada casa de mi mente, la de los árboles y las montañas, la del banco que mira a la naturaleza, el perro, el caballo y ese compañero que aún no llegó…
Mandatos, deseos, miedos, MANDATOS, necesidad de respuestas, presiones, expectativas, seguridad, estructura, planes, futuro…. Todo eso era el polvo que recubría mi cristal, mi esencia y mi mente. -¡BASTA! ¡Ya no puedo con todo eso!
Mi cabeza estaba en un burned out. No podía pensar ni aunque quisiera. Y paradójicamente quería… pero simplemente ya no podía hacerlo.
Hoy lo entiendo… ¿Cómo iba a resolverlo? No tenía las herramientas para resolverlo, no porque no quisiera sino porque parte de esa decisión no era mía. Involucraba a otra persona y a mí misma, y a los dos en conjunto tomando las riendas de una decisión que no salía, y evidentemente aunque me moría de ganas, esa persona aún no había llegado.
El hombre que yo quería que sea no era y parecía que no podía ser. Su ser no estaba disponible para eso.
¿El mio lo estaba? ¿Por qué entonces las cosas no estaban fluyendo?
¿Cómo enojarme con eso? (¡lo había hecho! pero una vez más…¡¿Cómo enojarme con eso?!)
¿Era él verdaderamente la persona o eran mis ganas tremendas de que mis sueños se cumplan? Parecía que una de las partes más importante de todo mi plan era eso: el otro, porque todo el resto, más o menos, era fácil de resolver. Mi vida a esta altura ya había construido bastante flexibilidad de movimientos. Pero el otro… ¡Qué problema!
Ahí no tenía tanta jurisprudencia, ni control, ni paciencia. Y todavía no me había dado cuenta de eso.
Con la información disponible que tenía- y probablemente aún con la información disponible que tengo ahora-, esa ecuación no tenía resolución lógica. Al puzzle le faltaba un pedazo, porque mi sueño en realidad parecía que no era tanto una casa propia en algún lugar del mundo. Al final creo que lo que buscaba era un hogar, un proyecto conjunto, un compañero, y así como estaba ahora, la motivación para llevar a cabo esa elección no era suficiente. Todos los lugares eran lugares, pero ningún lugar me había domesticado a mi todavía.
Cuando finalmente me separe la pregunta apareció de nuevo. Solo estaba algo escondida.
¿De verdad queres vivir en Copenhague? ¿Sos feliz acá?
-¿Y si te vas a España que hablan tu mismo idioma?, o mejor aún, ¿Italia? es hermoso Italia. O el Sur Argentino, como siempre quisiste: una casita en San Martín de los Andes…- Mi mente tenía ideas, pero mi alma no había sido capturada y aunque me forzaba, me movía, insistía, buscaba, viajaba, recorría kilómetros y kilómetros en el mundo, esa fuerza no aparecía. Había miles de lugares que objetivamente me parecían hermosos, pero ninguno había tocado mi corazón verdaderamente para empujarme a la decisión que buscaba. Quería dejar de moverme, quería "construir algo", asentarme, pero no sentía donde y la respuesta no aparecía. ¿Qué más podía hacer?
A esta altura mi cabeza no aceptaba, no entendía. Mi mente y mi corazón estaban cansados, frustrados, enojados y lo único que querían era que aparezca esa PUTA respuesta, sea como sea, con la información disponible o sin la información disponible, daba igual. SOLO DAME LA RESPUESTA…
Pasaría un tiempo para encontrar esa respuesta, que en realidad iba a tener que ver más con entender que la pregunta estaba mal formulada que con el nombre de un país o una localidad.
Atravesaría muchos más países,- aún mucho más exóticos de los que había atravesado-, muchos meses, más tiempo para ver- y aún más para comprender-. Más historias y personas random que me enseñarían mucho más que los límites de mi propia mente, mucho más que mis propias respuestas repetitivas, que iban siempre para el mismo lado como un disco rayado. Y más lugares y experiencias y saberes, y me atravesaría también a mi misma en el proceso, y a mi antigua “yo”, y a mis antiguas respuestas automáticas que hacía muchísimo tiempo que no cuestionaba. Y a ese anhelo impoluto que se había quedado congelado en el tiempo como un fantasma que me impedía hacerme la verdadera pregunta:
¿Realmente eso es lo que querés AHORA?
¿Realmente ahí está la verdadera felicidad? o eso es lo que quería hace 10 años, o quizás más hace 15, o quizás hace más aún, quizás era el sueño de la niñita que habíamos olvidado en esa casa de Avellaneda.
¡Qué difícil es hacernos esa pregunta! Nos da tanto miedo no tener una respuesta potable que ponemos cualquier cosa ahí para llenarlo, olvidarnos o distraernos. Cualquier tapón que nos permita no desplegar esas preguntas que nos amenazan como individuos: ¿Quienes somos? ¿Qué queremos? ¿A dónde vamos?

¿Hacía cuánto no me preguntaba si ese sueño aún seguía vigente? ¿Será que lo había idealizado, automatizado y fijado en mi mente como el póster de Alaska que Homero Simpson pegó en el parabrisas de su coche, para así no ver la realidad que tenía enfrente? ¿Lo había ajustado tan bien en los engranajes que prefería llorar por ese fallo angustioso que por la pregunta real? Que por lógica del funcionamiento mental, seguramente tenía que ser aún más pesada.
Pero me estaba estrellando, porque ese sueño-póster no me dejaba ver nada más allá de ese dibujo. No me dejaba ni incluso correrme un poco de él, para ver que era solo un papel de colores, prometedor sí pero no la solución de mi angustia.
No sabia bien quien era, no sabía bien que quería, no sabía bien que me hacía feliz, pero si sabia que quería compartir mi vida con alguien. Y no porque la soledad me diera miedo sino porque era un sueño antiguo y probablemente el sueño con el que muchos crecemos: Amar y ser amados. Cada relación que había tenido, y verdaderamente en eso fui muy afortunada, se sentía como magia pura: –Wow ...¿ el amor puede funcionar? ¿¡ Está pasando realmente!? – Se sentía increíble.
Al poco tiempo llegaba otra pregunta: – ¿Cuánto durará esto?
Ahora lo veo. Quizás por la historia que viví de chica las relaciones siempre me habían parecido algo inverosímil, complejo. Me costaba creer que el amor funcionara. No porque no creyera en el amor- eso se veía hermoso- creo que lo que no podía de alguna manera internalizar es que eso pudiera pasarme a mi. Lucían como cosas que le pasaban a otras personas. ¿Quizás por eso lo idealizaba aún más? A veces lo único que queremos los seres humanos es un poco de amor, aunque nos cueste mucho aceptarlo. ¿Será porque el amor nos muestra justamente cuán poco tenemos el control? El amor nos revela nuestra verdadera vulnerabilidad y lo que nunca queremos ver: que al final, no estamos tan completos como creíamos ni somos tan superpoderosos como pensábamos. Que al final somos seres de carne y hueso. Mortales y sociales. Y que al fin de cuentas y aunque nos cueste admitirlo, sí, también solemos buscar a un otro para transitar nuestra vida.
Eso puede ser visto como una debilidad o también como una fortaleza.
No estaba mal, no tenía nada en contra de eso, pero mi desafío personal estaba en entender que para que eso funcione, debía dejar de ponerle tantas expectativas internas, como si fuera lo único importante, como si fuera La Meca de la felicidad, básicamente porque no lo era- y aunque lo fuera,- ese no era el camino.
Tenía demasiado apego puesto en eso. La felicidad propia no podía estar ahí.
Aunque me encantara la idea y aunque era un sueño hermoso, empezaba a entender que no podía estar solamente ahí, en algo externo, finito e impermanente, y fundamentalmente, algo que no me pertenecía. Suena algo obvio, pero probablemente las cosas obvias son las que más fácilmente olvidamos en nuestros propios loops de ideas autómatas, que ya no nos cuestionamos porque ya las tomamos como certezas hace mucho tiempo.
La felicidad tenía que encontrarla dentro mío primero- frase repetida, otra cosa obvia-, ¿pero cómo buscamos la felicidad en nosotros si lo que queremos profundamente está en el otro?
Ese era mi camino… y quizás el de muchos.
¿Cómo? Comprendiendo.
Soltando el hueso de una vez por todas. Haciendo espacio para uno y enamorándote tanto de vos mismo que seas el primero en cuidarte y en establecer sanamente tus propios límites, que debería ser lo que siempre debimos hacer por simple intuición ¿no?
Pero una vez más, parece que lo olvidamos.
Volver a mirar hacia adentro, pero esta vez de otra forma, no desde el Ego sino desde el alma, empezando a observar cada maravilla que nos rodea, cada regalo, cada pequeñez enorme del mundo.
Que al final, cuando aprendemos a mirar bien, solo existe magia alrededor nuestro.
¿Por que eso no es suficiente?

Ese camino de búsqueda sonaba sencillo en la teoría, pero claramente no lo es.
Todo parece sencillo en la teoría; el problema es la práctica.
Fue un camino duro - durísimo- de confrontación conmigo misma de una forma que nunca había hecho antes. Me volví a conocer, con la mente abierta, la paciencia que le tenemos a un niño cuando empieza a caminar y la libertad de estar flotando en el tiempo. Eso era parte de lo que India me estaba dando.
-Hola, mucho gusto… Pasó tanto tiempo… ¿Quién sos?
Empecé a verme de otra manera.
Quizás objetivamente no había nada demasiado nuevo, pero la percepción de mi misma estaba cambiando y eso era lo que iba a cambiar toda mi realidad. Empecé a verme a mí misma más guerrera que nunca, terriblemente fuerte, terriblemente osada y terriblemente valiente, aunque a veces también por dentro muriera de miedo. Esa misma “yo” que tuvo que sacar toda esa fuerza porque había tocado un fondo que se sentía espantoso y tuvo que salir de ahí sola, porque nadie se la podía cargar a los hombros esta vez. Porque nadie entendía lo que pasaba, ni si quiera yo.
Mi teoría es que cuando estás realmente bien en la mierda, lo único que podes hacer- por ley natural- es subir. Y en esa salida- que fue una elección-, no tuve otra opción que sacar todo mi potencial. Y ahí estuvo uno de los mayores aprendizajes personales que jamás había vivido.
De verdad estaba jodida.
Para elevarme de ese agujero necesitaba sacar todo ese polvo que me hacía demasiado peso. Necesitaba ampliar mi espectro de visión y empezar a contemplar otras alternativas. Necesitaba básicamente permitirme mandar todo al carajo- pero bien hecho está vez- y empezar desde cero, sola, sin darle explicaciones a nadie, incluso ni a mi misma.
Permitirme habitar un espacio sin forma...
¿Que? ¿Que es eso para alguien que siempre lo había controlado todo?
Eso daba miedo. Tuve que resignar muchas cosas en el camino, pero había que subir, incluso sin saber que había arriba ni hacia a donde iba toda esa oscuridad.
Tenía que empezar a confiar. Está vez estaba más complicada que las anteriores, los recursos que tenía ya los había agotado y no habían funcionado. Ahora verdaderamente no me quedaba otra opción. No había plan B, quizás por eso funcionó.
-Chau ego, nos vemos en Disneyland.
Poco a poco fueron apareciendo rendijas y caminos, y las personas precisas justo en los momentos indicados para traerme la información que sin saber necesitaba. Sí, así de hermoso funciona el universo cuando aprendes a mirar. Y aparecieron nuevas realidades, nuevos mundos posibles y solamente me quedo animarme a lo desconocido, porque lo desconocido era extraño y daba miedo pero lo conocido ya me apretaba tanto que me estaba asfixiando.
Probablemente no iba a haber retorno y ese era el miedo que afronté antes de venir a India. Algo en mí sabía que cuando la mente se expande por una nueva experiencia ya no puede volver a su tamaño original. Por lo menos no los afortunados. ¡Y enhorabuena! Has evolucionado.

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