16 ~ Vivir en un Ashram. Parte 4: Lo importante.
- AV
- 19 jun 2023
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 20 mar

“Cuando las modificaciones de la mente se han debilitado, la mente se vuelve como un cristal: transparente. Cuando se purifican los recuerdos, las memorias, los conocimientos previos y la imaginación, la mente parece estar desprovista de su propia naturaleza y sólo el objeto que está enfrente parece brillar”. Aparece la presencia.
24 de Diciembre
La Gurú mujer también transmitía una energía inmensa cuando te miraba. Cada día después del Aarti, ella daba un Satsang, una charla espiritual donde cada uno podía hacerle preguntas y ella respondía. A veces eran cuestiones prácticas sobre cómo aplicar la espiritualidad a la vida cotidiana, a veces eran cosas más profundas- como si lo primero no lo fuera-. También solíamos ir, por supuesto. La vida en el retiro era intensa.
Los chanting iban mejorando, o quizás yo iba comprendiendo un poco más. Al final, no solo era cuestión de leer y estudiar, sino de tiempos, como todo. Tiempos para que la inercia del cuerpo y de la mente paren, vayan más despacio, permitan que se abran otros procesos, externos e internos. Casi no salía del Ashram más que para ir a las orillas del Ganga que estaba justo en frente, a meditar, al Aarti o a comprar algunos frutos al shop de la esquina.
Tomaba caminatas dentro del Ashram a paso lento entre los jardines y los corredores llenos de dioses hindúes. Ese caminar que no te lleva a ningún lado, solo te acompaña en la contemplación interna.
Poco a poco iba encontrando mis lugares de paz. Mi cuerpo y mi mente se iban calmando, como si fueran encontrando otro ritmo de ser. Entendía un poquito más la filosofía y los Sutras se me iban pegando a la mente. Los tatareaba casi en forma inconsciente y sonaban mejor. También podía contarle un poco de todo eso a la gente que llegaba a conocer el Ashram y me preguntaban qué estaba haciendo ahí.
Las charlas entre nosotros también se volvían más interesantes. Debatíamos más y nos preguntábamos cómo poder encajar todo lo que íbamos aprendiendo en la vida cotidiana. Los Satsang ayudaban a eso, porque al final eso era lo que necesitábamos: aplicarlo.
La vida dentro del Ashram parecía dura, pero al final uno se termina dando cuenta que es fácil y casi un regalo. Te da tiempo asimilar todo lo que vas aprendiendo, entre personas que cultivan lo mismo que vos, entre charlas espirituales, entre horarios estipulados de Yoga, meditaciones, silencios voluntarios, paz y momentos introspectivos. Hay personas que se ocupan de cocinarte y de ayudarte con lo que necesites. Esta casi todo servido, pero no íbamos a vivir toda la vida en un Ashram- por lo menos no por ahora- así que el verdadero desafío iba a llegar- también– cuando nos fuéramos de acá. Cuando volviéramos a insertarnos en el mundo "real", ese que no cambio, ese que sigue igual, ese que nos va a intentar arrastrar a lo mismo que nos arrastró antes, ese del cual nos escapamos, ese mismo del cual buscamos un respiro en este mundo paralelo.
Enfrentarnos a la misma realidad y darnos cuenta que- seguramente- nosotros no cambiamos tanto en tres semanas acá adentro como pensamos, o cómo la gente espera. Como esa fantasía imaginaria de un momento revelador idílico. Era también entender que los cambios verdaderos se construyen día a día y requieren tiempo y compresión, que es casi lo mismo. Que aún vamos a tener que lidiar con nuestros fantasmas, probablemente los mismos que dejamos congelados esperando por unos días.

–No señora, aún no llegue a volverme Buda– contestaré cuando me pregunten cómo esto cambió mi vida, pero sé que ahora estoy un poco más despierta, más conectada, más alerta y con nuevas herramientas. Los cambios son más pequeños y menos estruendosos de lo que uno imagina y a veces- como todo- casi siempre se esconden en las pequeñas cosas. Sé por lo que he transitado. Seguramente volveré a tropezar con piedras similares,- probablemente con las mismas-, pero ahora podré identificarlas desde otro lugar, reconocerlas como viejas amigas y si estoy lo suficientemente despierta, agradecerles por ser desafío entendiendo que por y gracias a ellas es la única forma en que se produce el aprendizaje. ¿Cómo saber que comprendimos si no hay situaciones reales donde testearnos a nosotros mismos? Linda manera de mirar los desafíos, ¿no? Ahora se que no son reales, que no son pozos donde caer sino obstáculos a ser resueltos. Que es solo un juego de enseñanzas necesarias para ir evolucionando en este camino que es la vida, y que también consiste en tener la lucidez para encontrar la alegría y la felicidad en ese mismo proceso.
Tengo más herramientas y sobre todo herramientas que no me pertenecen, que se activan cuando suelto el control- o cuando lo tomo verdaderamente-. Y me entrego a confiar... Confío verdaderamente con fe y con paciencia en eso que está más allá de mí. Me detengo a percibir las señales y con esfuerzo, trato de seguirlas.
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AUTOBIOGRAFÍA EN CINCO ACTOS, del El Libro Tibetano de la Vida y de la Muerte, de Sogyal Rimpoché.
1◀ Bajo por la calle. Hay un hoyo profundo en la acera. Me caigo dentro, estoy perdido… me siento impotente. No es culpa mía… Tardo una eternidad en salir de él.
2◀ Bajo por la misma calle.
Hay un hoyo profundo en la acera:
Finjo no verlo.
Vuelvo a caer dentro.
¡No puedo creer que esté en el mismo lugar!
Pero no es culpa mía.
Todavía me lleva mucho tiempo salir de él.
3◀ Bajo por la misma calle.
Hay un hoyo profundo en la acera.
Veo que está allí.
Caigo en él de todos modos… es un hábito.
Pero tengo los ojos abiertos.
Sé dónde estoy.
Es culpa mía.
Salgo inmediatamente de él.
4◀ Bajo por la misma calle.
Hay un hoyo profundo en la acera.
Paso por al lado.
5◀ Bajo por otra calle.
Bella manera de entender los procesos. Quizás se llama “autobiografía” porque podemos ubicar nuestros aprendizajes en él. Después de 4 años de relación, después de muchas repeticiones, de vivir un año en India y varios más en Asia, ahora, no se si "evolucioné" tanto como bajar por otra calle, pero seguro que al menos intento pasarle por al lado.

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Aún hoy escribiendo esto, 10 meses después puedo recordar todos los primeros Sutras de memoria como si fuera una canción. Patañjali era un hombre sabio. Los Sutra son frases cortas que resumen lo esencial de la filosofía yóguica, escrito de una manera fácil y práctica para poder recordarlo. El problema es que ya no sabemos sánscrito, entonces lo que en su momento era fácil ahora se volvió difícil.
अथ योगानुशासनम् 1- Atha yogānuśāsanam
योगश्चित्तवृत्तिनिरोधः 2- Yogah cittavṛttinirodhaḥ
तदा द्रष्टुः स्वरूपेऽवस्थानम् 3- Tadā draṣṭuḥ svarūpe’vasthānam
वृत्तिसारूप्यमितरत्र॥४॥ 4- Vṛttisārūpyam – itaratra
वृत्तयः पञ्चतय्यः क्लिष्टा अक्लिष्टा 5- Vṛttayaḥ pañcatayyaḥ kliṣṭā akliṣṭāḥ
प्रमाणविपर्ययविकल्पनिद्रास्मृतयः 6- Pramāṇa viparyaya vikalpa nidrā smṛtayaḥ
1- Ahora, empieza la práctica del Yoga. 2- Yoga es el control, la regulación sin esfuerzo de las modificaciones de la mente. 3- En ese momento de meditación, el Ser permanece en sí mismo, descansando en su propia naturaleza: la Autorealización.
4-En otros momentos, cuando el Ser no está en ese estado de realización, parece tomar la forma de las modificaciones de la mente, asumiendo la identidad de esos patrones de pensamiento.
Es decir que en esos momentos de no realización– que ufff, son la vida misma- el Ser se identifica con la mente, con las emociones que sentimos y ESA es una parte de la Gran Ilusión en la que vivimos. En la confusión y la trampa de pensar que somos lo que nuestra mente piensa: esos pensamientos agitados, indomables, rebuscados, cambiantes…Pero la buena noticia, es que no lo somos, y el Yoga se dirige en gran parte a ese entendimiento, simple y a la vez complejo, porque apunta justo a conmover la experiencia basada en nuestros propios sentidos. La realidad que "sentimos."
Y Patañjali contunúa:
5- Estos patrones de pensamiento, se dividen en 5 clases: algunos dolorosos y otros no dolorosos y son los siguientes: 6- 1/ conocimiento válido 2/concepciones erróneas 3/ imaginación 4/ sueño 5/ memorias.
Y explica cada una de estos cinco patrones, uno por uno. Luego prosigue:
अभ्यासवैराग्याभ्यां तन्निरोधः॥१२॥
12- Abhyāsavairāgyābhyāṁ tannirodhaḥ
तत्र स्थितौ यत्नोऽभ्यासः॥१३॥
13- Tatra sthitau yatno’bhyāsaḥ|
स तु दीर्घकालनैरन्तर्यसत्कारासेवितो दृढभूमिः॥१४॥
14- Sa tu dīrghakālanairantaryasatkārāsevito dṛḍhabhūmiḥ
दृष्टानुश्रविकविषयवितृष्णस्य वशीकारसञ्ज्ञा वैराग्यम्॥१५॥
15-Dṛṣṭānuśravikaviṣayavitṛṣṇasya vaśīkārasañjñā vairāgyam
13- Estos patrones o modificaciones de la mente, son dominados mediante la práctica y el desapego.
14- Práctica significa elegir realizar con esfuerzo esas acciones que nos traen un estado mental estable y tranquilo.
15- Ese es un camino continuo, sin interrupción, con devoción, sinceridad, respeto, reverencia, actitud positiva y atención. Cuando se practica en forma continua se alcanzan raíces estables.
Cuando la mente pierde el deseo por los objetos adquiere un estado de control total de los deseos, a eso se le llama desapego.
El objetivo o ese estado supremo a perseguir es llamado Samadhi y para alcanzarlo es necesario que todas las fluctuaciones de la mente- constantes e inestables olas de pensamientos y emociones con las cuales nos identificamos -, retrocedan. Samadhi es entonces ese estado de consciencia donde la mente se aquieta para vivenciar una experiencia de unión, realización profunda y de paz interior, que trasciende las limitaciones del ego con las que vivimos. La mente se vuelve completamente absorbida en el objeto de meditación y los límites entre el observador y lo que se observa comienzan a disolverse. Una tremenda expansión que se siente como un éxtasis de pura felicidad, una sensación distinta a la cotidiana: la calma de atravesar las barreras de nuestra propia mente. Una Realidad Suprema.
Eso se siente como verdadero porque la experimentamos directamente en el cuerpo a través de los sentidos. Entonces no deja más que creer...
Un re-conexión con el Todo. El dejar de sentirnos separados.
Un bocado de eso es lo que a veces sentimos- si tenemos un día próspero- cuando meditamos. Esa sensación de entrar en otro tipo de espacio, uno donde los limites que nos contornean desaparecen, y el yo y lo otro se funden. Para llegar a esto en estados sostenidos, salvo que uno seas un iluminado o tengas mucha experiencia en el camino de la meditación, se necesita un proceso arduo.
Patañjali establece un camino sistemático para alcanzarlo a través de la fe, la fuerza, la meditación y la sabiduría. Él describe cada cosa en detalle: cada momento, cada dificultad práctica que nos encontramos en el proceso y cómo superarlos. La concentración, las técnicas, la disciplina, el estudio, la práctica. Todo está ahí. Es una luz y un camino para entender y superar el sufrimiento. Una forma de acción, o al menos una manera de empezar a tratar de entender. De abrir los ojos, de estar advertidos de cual es la verdadera realidad y de la inmersión fantasmática en la cual vivimos.
Empezar a identificar que es real y que no lo es, que es esencia, que es máscara y que distracción. Quien soy yo, que es mi Ser y que es mi Ego.

Nos identificamos y sufrimos por los dolores de la mente, que no son reales, que no son nuestra esencia. Sufrimos por malentender la naturaleza de las cosas. No somos nuestra mente,- ni nuestros pensamientos ni nuestras emociones-, pero el espejo y los sentidos nos confunden. Nos muestran el cuerpo, la mente y el ego, y ahí nos quedamos, atrapados en la trampa de la imagen y las sensaciones- no tan alejado de lo que plantea el psicoanálisis para mi sorpresa-. Pero somos más que eso... Por eso me gustan los Bindis, porque te recuerdan que hay algo más allá, y te lo muestran ahí, justo en el medio de tu cara, para que cuando te mires al espejo no te lo olvides. Como un recordatorio para el alma. -No sos solo lo que ves, hay más allá. Hay. Más. Allá.
La meditación y el estudio nos llevan a un proceso introspectivo de volver a nuestro centro, a nuestra esencia y recuperar la verdadera naturaleza de las cosas: lo que realmente somos. La deconstrucción y construcción de una nueva manera de mirar. La otra realidad. La que nos vemos, la que no es tan obvia, la que no se deja atrapar tan fácil por los criterios positivos de la ciencia, pero donde dicen se encuentra la paz que tanto buscamos. Y ahí, la intensidad que ponemos en el proceso cuenta. El sentimiento, la convicción, la dedicación y la entrega también.
Complejo y hermoso. Me da paz.
Por momentos se ve tan claro. Y pensar que hay gente que todavía piensa que el Yoga es solo contorsionismo, pararse de cabeza y jugar a la flexibilidad.
Si fuera solo eso sería más fácil y probablemente se convertiría solo en un deporte más. Afortunadamente, Yoga es más que eso y en los Sutras esta la prueba.
Es una llave -más-. Es un camino para transitar, para comprender, para la liberación, de nuestra mente, de nosotros mismos y del sufrimiento que nos aqueja.
Es una práctica, pero en el sentido que mencionábamos antes.
Obviamente, esto es un humilde prefacio que como todo prefacio, es solo el principio. La doctrina es bien profunda, bien compleja y mucho más interesante también. Pantañjali, quien según la tradición fue el autor de estos principios yóguicos, fue detallado, consecuente y claro, y se tomó su tiempo para explicar cada cosa con abundancia. Solo hay que ir a las fuentes, con amor, estudio y dedicación, como a toda doctrina.

Eso es lo que hacíamos por esos días 7 personas en vísperas de Navidad y Año Nuevo, en un cuartito humilde todo pintado de blanco sentadas en el piso de un Ashram en Rishikesh.
En estas líneas, solo un compartir muy humilde y muy general, pidiendo perdón por la imprecisión que pueda haber en la simplificación de la interpretación- o en la interpretación misma-, que no es más que un intento de acercarnos a una verdad, como cada uno puede y con los conocimientos que cada uno tiene en cada momento particular. Pero que hermoso tomarnos un tiempo para pensarlo aunque sea.
Lindo por lo menos intentarlo.
Esto es algo de lo que conocí por esos días, algo que sufrí y también amé. Una semilla a ser plantada en nuestras almas para empezar a entender aunque sea un poquito del GRAN universo que es el Yoga.
Ojala algo de todo eso resuene, poco a poco, en nuestras inquietudes personales, aunque sea por unos momentos de luz . No es un camino fácil, pero como me dijo un amigo: -Vale la pena caminar por los caminos de los maestros, aunque sea por un momento.
“Cuando las modificaciones de la mente se han debilitado, la mente se vuelve como un cristal: transparente. Cuando se purifican los recuerdos, las memorias, los conocimientos previos y la imaginación, la mente parece estar desprovista de su propia naturaleza y sólo el objeto que está enfrente parece brillar”.
Patañjali, Yoga Sutras.
♥
Gracias por leer

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